No recuerdo cómo brotó la llama
ni el nombre del lodo de los días.
Fuimos uno en la distancia
y buscamos la fe en los recovecos
de nuestras manos.
No recuerdo las raíces
ni el resquemor ni las heridas.
Fuimos todo y nada
y otra vez todo
y otra vez nada.
No recuerdo qué senderos
ni quién sabe ni cuando.
Fuimos lo que siempre seremos
aunque nuestros besos
solo sepan a distancia.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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