domingo, 27 de diciembre de 2015

TENSA ESPERA


El teléfono nunca sonaba,
la habitación se tornaba oscuridad,
sus paredes eran un testamento de quejidos.

No sabía solucionar la espera,
no sabía que los dedos de los amantes
nunca son como lo que ella quería.

Su ausencia le apretaba la laringe,
el amor no la dejaba respirar,
pero nunca llegaba el fin del mundo.

No sabía que pasarían los años
y que la espina enquistada
se secaría sin preguntar.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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