martes, 27 de octubre de 2015
TENGO QUE DECIRTE ADIÓS
Tengo que decirte adiós,
a ti mi gran amor
que me has dado tanto
sin pedir nada a cambio,
A ti mi amada luna,
que me cambiaste
de golpe la vida,
con la cálida magia
de tu sublime ternura,
de tus encantos
y de tu hermosura.
A ti que
cual cruel paradoja,
con tus ardientes besos,
me diste un poco
de muerte.
Y no es que ya no te ame,
tampoco que ya no te quiera,
todo lo contrario,
te amo más que a nada
en este mundo,
más que a mi propia vida.
Por eso debo liberarte,
porque no quiero estropear
lo que te quede de vida.
Sé que aún me amas,
y que me quieres también.
No quieres que me vaya,
lo sé,...
tampoco lo deseas,
mucho menos yo.
Mi necio corazón
también se niega,
pero la analítica razón,
fría e inmisericorde
de mi cerebro manda
sobre la razón
enternecida
de mi confuso
y obstinado corazón.
Finalmente prevalece
la razón y la cordura,
y te digo adiós
para toda la vida,
a ti que habiéndome
dado todo,
tu vida misma,
te digo adiós para siempre
aunque toda la vida
tenga que llorar
de amor por ti.
Ya otras tantas veces,
nos hemos dicho adiós,
pero éste es definitivo,
es para siempre,
aunque toda la vida
lamente que te perdí,
y tenga que sufrir
y llorar por ti.
Contigo degusté
alegrías y sinsabores
con éxtasis,
delirio y frenesí.
También sufrí
sin compasión ni piedad.
Sé que de tu vida
me tengo que ir,
y que de tus grilletes
de plata
y de tu jaula de oro,
te debo liberar,
no debes permanecer,
te crecieron tu alas,
ya puedes volar,
por eso te libero.
Yo pronto ya no estaré,
yo debería cuidar de ti
y no tú de mí,
por eso te dejo libre,
libre,... vuela libre,
mi amor vuela,
no te detengas,
que por ti
una nueva vida espera,
en perfecta armonía,
nuevos horizontes
y una vida plena
sin el tedioso azar
de mi compañía.
Quisiera retenerte,
pero no soy egoísta,
tú tienes un futuro
al lado de los tuyos,
en cambio yo no.
Tú vas hacia arriba,
hacia la cima,
yo pendiente abajo
hacia la otra sima.
¡Brindemos por el adiós!
con un último
y candoroso beso
de esos besos de fuego
que tantas veces
nos encendió de amor
a nosotros dos.
Qué difícil
es decir adiós,
¡cómo duele!
como si una afilada daga
te atravesará el alma
y te partiera en dos.
Tú estás llorando,
yo me estoy
desangrando,
y con seguridad,
si este amor es eterno,
allende de la tumba
para volverte amar
te estaré esperando
George Rivas Urquiza -Perú-
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