martes, 22 de septiembre de 2015

MÚSICA CIEGA, EN EL DOMINIO


Música ciega, en el dominio más helado.
En el invierno, ni la imaginación concibe el verano.
Ni la flor, ni el fruto,
ni la agilidad del animal entre charco y charco;
digo Abisinia y, de pronto, cruje la madera
y se derrumba, envuelta en ocre, la inocencia;
digo yo y, de inmediato, sal en la herida
y el destino como filo, gorgojo, ausencia.
A los pies de cada cama, con su enfermo,
una mujer de blanco, inmóvil.
Hablaría, el enfermo, en lenguas, si se lo propusiese.
Profetizaría pestes y lluvias de sapos,
la mujer de blanco, si se lo propusiese.
Pero es Abisinia y ambos callan,
afuera cae la hora por su propio peso
y un daguerrotipo fija vulva y colmillo,
y aquello, secreto y antiguo, que los lubrifica.
Pero digo yo, y la silaba pierde su eje,
se disipa entre repetidas, monótonas conversaciones
que dan cabida al vano consuelo
y arrojan, como agua servida, el nudo, la estrella.

Carlos Barbarito -Argentina-
Compartido por Rolando Revaglitti

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