En demasiados lugares, las almas casi perfectas
tejen bellezas pronto olvidadas.
Afortunadas, si un día se olvidan,
pues alguien, al menos, pasó no ajeno.
No es lugar ni tiempo para exquisitos;
las prisas y lo grosso la hierba pisan.
Nadie crea nada; todo es potencia
y hasta lo más alto vuela muy bajo.
Hoy sólo ausente lo otrora perfecto.
Y lo peor, no estamos para lo excelso.
Sólo para lo claro, para lo rápido;
no lo escondido; no lo más cálido.
Y si, además, todo ello es caro,
será mostrado en escaparates
sin ser conscientes de lo expulsado.
Ya no es delito quebrar paisajes.
José Manuel Pozo Herencia (Cabra, Córdoba)
Publicado en la revista Aldaba 26
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