Moja sus manos en la orilla
de cara al mar que va
buscando el pueblo blanco
que a su espalda está.
Sus dedos mueven el agua
haciéndola bailar.
Pero no la retiene.
Se escapa, se escapa,
perdiéndose en la arena.
Atrás el pueblo blanco observa
y siente celos del agua
porque a él le gustaría
bailar con la bella rubia.
Pero ella lo ignora,
le da la espalda.
Prefiere el agua salada
que refresca su frente
que refresca su cuerpo.
Cuando se canse
de bailar con el agua
subirá al pueblo blanco
y se perderá en sus calles.
Del libro Los que danzan con el color de
JOSÉ LUIS RUBIO
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