Osvaldo tenía una vieja deuda conmigo.
Nada importante, apenas diez pesos.
La mañana en que lo vi venía caminando, como era su costumbre, con la cabeza gacha, mirándose la punta de los pies. Grité su nombre desde la vereda de enfrente y se detuvo en seco, sorprendido. Antes de que terminara de saludarlo sacó diez pesos del bolsillo, me los mostró y me dijo:
-Es lo único que tengo, que te parece si te doy la mitad ahora y la otra mitad el lunes.
-De acuerdo- le dije- y, desconcertado, vi como cortaba el billete en dos y me alcanzaba una parte, mientras se guardaba la otra mitad en el bolsillo.
De Juegos de Superhéroes de Julio Ricardo Estefan -San Miguel de Tucumán-
Publicado en la revista Hoja de Palabras
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