La silueta cobarde no se refleja en la pared, el pobre tipo no sabe que a la vuelta de la esquina se encuentra el horror. La silueta lo sabe pero no puede hacer nada, lo más fácil es abandonarlo después de tantos años de andar juntos, arrepentida regresa, demasiado tarde porque una navaja termina con la relación de ambos, el cuerpo cae inerte.
Los forenses levantan el cuerpo, pero la silueta sigue dibujada en el piso, como ejemplo a otras siluetas de no abandonar a sus cuerpos.
Víctor González Treviño -México-
Publicado en la revista Todas las Artes Argentina
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