En cada pared, en cada esquina
correr de sangre transita,
sin tiempo para mirar alrededor,
somos los vagabundos los que no tenemos reloj.
Amanecemos con el día,
transitamos la noche a duerme vela,
compañeros de farolas y luciérnagas,
guardianes de fuentes y bocas del metro.
Infinitas soledades por camino,
tristezas incrustadas en nuestras sonrisas,
ojos profundos, mirada perdida,
divagan sus retinas a otros mundos.
Vida de vacíos, perdidos…
noche tras noche por techo las estrellas,
pero en ellas no hay romanticismo,
la luna sale y me alivia algún suspiro…
Donde se fueron mis sueños, mi casa, mis amigos,
ventanas libres de cristales,
puertas inexistentes, ausencia de café calentito,
guantes raídos en mis manos,
bufanda con agujeros y harapos por abrigo.
Por compañero, siempre mi fiel amigo,
perro de mis entrañas,
el más querido…
si hay comida, te invito.
Inseparable compañero,
sabedor de mis secretos
y recuerdos de antaño convividos.
Tiempos de jardines, flores,
música y romanticismo,
impensable perderme así en el camino.
Amanece, sale el sol, que alivio…
otro día de acera con mi fiel amigo,
algún alma caritativa hablara conmigo,
ya no echo de menos el calor de un humano amigo…
Esperanza y consciencia, se perdieron conmigo…
LOLA WIZNER
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