como aleteos de cuervos en una celebración,
o como nocivos ósculos de lombrices en un charco.
Y si principiamos platicando
de una sangrienta y prodigiosa boda rumana,
comienza el calvario de los apagones del fluido eléctrico,
los vuelva usted mañana
y las caras de rencor e impotencia.
Y es mejor que cuando ruja la marabunta,
aullemos de puertas para adentro
y que los hados nos sean fecundos
y nos cojan confesados.
Siempre es mejor saber
que barridos por el absurdo ejemplar,
quien resiste gana.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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