«Si mañana haces los deberes y tu padre no se entera, puedes salir esta noche siempre que regreses antes de las doce». Y como es normal el muchacho asintió y se marchó. La madre recordó estas palabras cuando su hijo se retrasó; se lamentó un poco más tarde de su mano blanda; se enfadó cuando no lo localizó; la preocupación le ahogó cuando nadie supo de él; quedó abatida al salir en su búsqueda y no hallarlo en ninguna parte; sufrió punzadas en el corazón cuando el reloj marcó las tres, las cuatro, las cinco, las seis; y a las siete la encontró su marido en un mar de lágrimas y sin poder articular palabra alguna. Y así continúa a día de hoy después de que haya pasado un lustro desde aquella noche con las perdices pudriéndose en la despensa.
NICOLÁS JARQUE
Publicado en el blog escribenicolasjarque

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