Un témpano sepultado en el légamo
bajo inviernos de pretéritos muertos.
Un silencio enmudeciendo sentires
en los claustros de rejas impuestas.
Oruga reptando alas quebrantadas
en fangos de una vida sin quimeras.
Despierta la mirada de sus letargos
en abrazos del alma con la lágrima.
Llora la vida porque vive en internos
solloza la esencia doblegada eterna.
Despliegan sus vuelos las mariposas
como danzando la esperanza nueva.
Resquebrajan penumbras los destellos
de los versos esgrimiendo ausencias.
Hiende olvidos el sepulcro del tiempo
en las estrofas de sentimientos vivos .
El hombre sensible que otrora niño
inhumó sus palabras para callarlas.
El hombre sensible que otrora niño
se pronuncia en verbo que no silencia.
Porque respiro los sentires del alma
y los grito en escritos hacia lo pétreo.
Porque soy llaga viva de mis dolores
Y renazco sueños dormidos de ayeres.
Porque soy… sensible hombre niño.
Diego López (Argentina)
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