Que hablen los muertos y callen los vivos,
prefiero los versos de poetas vencidos.
Que callen los vivos de bocas henchidas,
que hablen los muertos de plumas malditas.
Que canten los muertos y callen los vivos,
el vaivén del trigo verde será su himno.
Que callen los salmos a dios doblegados,
que canten las coplas, los fados y tangos.
Que grite la rima errante del rimador que no yerra
al unir alma y romance en las tapias de esa guerra.
Que susurre el labio preso con su amarga lengua hiriente,
sus puñales se hacen ciertos para aquellos que no sienten.
Que sueñe el alma dormida y que nunca despierte,
pues la muerte solo es vida que se escapa lentamente
solamente si te olvidas de vivirla plenamente.
Gustavo González -Valladolid-
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