martes, 26 de febrero de 2013
NO PIERDO LA ESPERANZA
¿Dónde te escondes?...
Aunque no pierdo la esperanza
de hallar un día tu escondite,
cada año que pasa,
lo veo más y más difícil.
A veces pienso y me duele
pensar así, que no encuentro
tu escondite porque no estás escondido,
porque no existes.
O que no te encuentro porque no quieres
que te cuente los desastres,
las calamidades, las crueldades,
las lágrimas que he presenciado
y que tú, si existieses, podrías
haber evitado con sólo mover un dedo
porque tú poder dicen que es ilimitado
y puede mover mares y montañas.
Si existes, no te entiendo.
Mi limitada mente no comprende
que permitas que tu más perfecta
creación se esté poco a poco, destruyendo
y destruyendo cuanto le rodea
hasta dejar, el bello vergel,
que le construiste, convertido
en un maloliente estercolero.
No te entiendo ni entiendo a quienes
dicen que nos hiciste libres
y que usando de esa libertad
somos los culpables de nuestra existencia.
Entonces no comprendo,
quizás porque no sea muy inteligente,
que pintas tú en todo esto
si hacemos y deshacemos, a nuestro albedrío,
sin contar con nadie, cometiendo
las mayores atrocidades
mientras tú, dicen, nos esperas
después de la muerte para juzgar nuestros actos.
Todo eso está muy bien
pero por qué hemos de sufrir aquí las maldades
de unos desaprensivos si tú, todopoderoso,
con sólo mover una ceja, los haría rodar por el suelo.
Por qué no entras en sus pensamientos,
porque tú, que eres omnipotente,
harías que cambiasen sin que se dieran cuenta
y los llevaría por la senda del bien y del amor.
Y que no me repitan tus acólitos
que nos hiciste libre y que nos dejas elegir
entre el bien y el mal, entre el odio y el amor
entre la ambición y la generosidad.
Mi tiempo de búsqueda se acaba
y me temo que nunca nos encontraremos
pero no será por mi culpa sino más bien
porque tú no has puesto nada de tu parte.
JOSÉ LUIS RUBIO
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