Sólo habla una hora al día la persona
y no continúa, uno confía.
¿Pueden los vacíos momentos de sueño
ser la vida que buscamos ?
Aunque lo niegue nuestra alcohólica rebeldía
solo una hora al día somos.
Y yo nunca quiero acabar mis poemas,
ni tan siquiera empezarlos.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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