miércoles, 27 de febrero de 2013
IMPLACABLE
Veloz,
implacable,
devastador,
va y viene el tiempo...
Si hace treinta años
el tiempo corría veloz,
ahora su marcha es galopante.
Las horas parecen minutos,
los minutos segundos,
y los segundos casi ni los siento.
Sigue siendo implacable
y se lo traga todo
dejando sólo alguna diminuta
huella o un leve recuerdo
de lo que fue y ya no es.
Muchas cosas se me han perdido
en el tiempo y cualquier día,
en cualquier lugar,
el tiempo me llevará con él
en su eterno caminar
y juntos recorreremos aquello senderos
por los que anduve a lo largo
de mi simple y poética vida.
Veré de nuevo, en una rápida pasada,
mi vieja casa del barrio de San Juan,
donde viví una infancia solitaria;
la incomparable playa de la Caleta gaditana,
donde mi padre me enseñó a nadar;
mi morada entrañable de Dorotea,
donde nacieron mis hijos;
mi escuela del campo de Conil,
donde gocé educando a tantos y tantos niños;
mis ajetreados ocho años,
dirigiendo la cultura de Conil;
mis centenares de versos escritos
día a día en millones de hojas blancas.
JOSÉ LUIS RUBIO
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