(a Jonatan Márquez)
Esa fiebre fermentaba en los huesos.
Sin embargo
el viejo viento hacía flamear
los dientes de la noche
casi sin fuerzas
y sin auspicios
la inocente erosión
desconcertaba al frío
y fue evidente
el revólver que todo acalló
sin piedad alguna
al reloj
que dormitaba en la pobre mesa
del poeta.
De Aspid, Edic. El Mono Armado, Buenos Aires, 2011 de Carlos Carbone Argentina
Publicado en la revista Isla Negra 322
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