Hombres y mujeres, recogieron sus niños, sus niñas, sus mascotas.
Todo lo que podían llevar, lo que querían llevar, lo que pensaron necesitar.
— Ya no están —murmuran ríos y mares, repletos de inmundicias.
— Se fueron —gime la tierra seca y estriada.
— Nos dejaron —susurra el viento, de radiación cargado.
Y extrañan sus peces, sus árboles, sus pájaros.
Pero a ellos, no. Nunca a ellos.
— Ya no están. Se fueron. Nos dejaron —murmuran, gimen, susurran—. A dios gracias —GRITAN, GRITAN, GRITAN…
Yunieski Betancourt Dipotet (Cuba)
Publicado en la revista digital Minatura 119
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