Necesito llorar de ansia, leer a Daniel Sada, mirar a los ojos a Celia, oler los infructuosos mares futuros, escribir a muerdos, beber en vaso de culo ancho, espiar minifaldas por fuera como si me fuera la vida en ello, rastrear la yugular de la miseria de la vida, hurgar entre libros de ocasión con moho en las costuras, rebuscar los goles que no marqué, repensar una película con la celulosa rota, gritar volteando los ojos ante el viento que grita en las colinas, visitar con cara de otoño y con el hálito de las circunstancias amargas los camposantos del ayer, supurar recuerdos en cementerios parisinos tan atormentadamente de moda, contar hasta mil conteniendo la respiración bajo un grifo de ginebra, volver a los ochenta los noventa los setenta con sus luces y sombra y los callos de las circunstancias eyaculando labios de esparto, volver a sus requiebros, sus olores, sus temblores, sus proezas, su sed.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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