... Los “nocturnos” de Chopin al piano me evocan a melancolías pasadas, a recuerdos, a añoranzas agotadas y perdidas que ya nunca volverán… a sentimientos únicos e irrepetibles que la juventud propicia, con esa fuerza impulsiva para realizar proyectos, para cumplir sueños y utopías, a base de esfuerzo y dedicación, a crear mundos nuevos renovados que solo el cerebro con su red de neuronas llega a la inteligencia emocional humana que todos poseemos, pero que unos desarrollan más que otros, por los genes o por tener más capacidad intelectual o por ser personas superdotadas.
La noche en cualquier estación del año me relaja y me lleva a un estado de excitación sublime, porque vienen a mi mente recuerdos lisonjeros de mocedad, escuchando entusiasmado a los Bee Gees o a Luis Eduardo Aute o a Joan Manuel Serrat con su “ Mediterráneo” envolvente y extraordinario.
La noche en verano es mágica por esa brisa que nos reconforta visualizando el cielo estrellado y contemplando en el campo a alguna estrella fugaz que nos sorprende, oyendo a los grillos en lejanía y a la Luna Llena despuntando por el horizonte irradiando con su luz natural.
Evoco las noches invernales viendo la nieve desde la ventana de mi casa y ese frío castellano que curte el rostro y le libra de arrugas y el otoño evocando las cuatro estaciones de Vivaldi, de la caída de las hojas, que forman un manto de color amarillo y los árboles desnudos en su renovación, que la próxima primavera llenará de flores los almendros y de olor, con un perfume embriagador que exhalo sobresaltado y contento al contemplar tanta belleza natural, que la Naturaleza me prodiga siempre y yo me encierro en mi soledad de burbuja y no quiero que nadie rompa mi pompa de jabón…
Juan Montero Lobo “Visnú” -Segovia-
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