Rasgué el velo de tu inocencia
y tú arañabas el viento adherido a mi espalda.
Separé la sombra de la piel,
cuando oculté mis huesos entre tus tierras.
El temblor de la cama hacía eco en nuestras bocas
y nuestras miradas se perdían en el abismo del tiempo.
Derramé lágrimas sobre tu vientre
al subir a tus ideas y al bajar a tus huellas.
Escribí en tus labios los versos de Neruda
y en tu regazo hice nido con lo prohibido.
Me escapé de tus cadenas y corrí entre la humedad de las sabanas
para terminar llorando en tus entrañas y reposando sobre tu pelo.
Poeta Mario Zelaya (Honduras)
Publicado en la revista La Urraka 29
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