Me enteré por mi amiga Loli Cousillas
de que había fallecido José Ramón Barreiro
Fernández, al cual había conocido en la Algalia de Arriba de Santiago de Compostela
donde sus tías tenían una pensión para chicas.
Comíamos y cenábamos juntos, pero
el almorzar por el horario era otro cantar.
Fue profesor nuestro en el Distrito Universitario de Santiago, en la Escuela de
Magisterio Isabel la Católica, donde
impartía Religión.
De aquellos años de júbilo y trabajo con el
sudor de mi frente, me acuerdo de sus gracias
y de sus tías, que lo adoraban, y de sus hermanas que le obedecían y querían.
Las comidas las hacía amenas
con sus charlas y sus monadas,
y con una compañera, Conchi,
la juerga estaba garantizada.
Los buenos profesores de aquel entonces
nunca se fueron de nuestra memoria
porque tenían una savia tan profunda
que llegaron a hacer historia.
Se marcha, pero se queda,
como lo hace todo mortal,
pero algunos dejan su rastro
en la Casa de Breogán,
donde el HIMNO GALLEGO
nos invita a soñar
con un mundo mejor,
porque la CULTURA GALLEGA
es manantial de vida,
prosperidad
y musicalidad.
El cuerpo desaparece
al tornarse en el espacio en ceniza,
pero mantiene viva la llama,
esa que no se apaga,
porque está permanentemente encendida
al ser el tiempo
su señal,
y su manantial
el espacio estelar.
CHICHA CERECEDO REGO
Publucado en Centro Cultural San Francisco
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