(Cuartetos endecasílabos)
Compañera fecunda de mi sueño
de tu instante fugaz nació la vida;
perfección del amor, unión cumplida.
Yo soy tu obra, mujer; ¡nunca tu dueño!
“Omnia Mater”, matriz de nuestra raza;
devoción abnegada y complaciente.
Ese niño que miras inocente:
es la gracia del Cielo que te abraza.
Mensajera que das la bienvenida
al amor y al calor que te acompaña;
ese fuego sagrado de tu entraña:
es ofrenda divina prometida.
Cuna y madre de pueblos y culturas,
de las Letras, las Artes y las Ciencias;
tu dulzura despierta las conciencias
y tus sabios consejos son ternuras.
Del crisol de tu noble sentimiento
y el valor de los grandes sacrificios,
das ejemplo por todos los servicios
en que agotas las fuerzas de tu aliento.
En tu pecho se guarda nuestro rito
con la voz amorosa que alimenta
ese flujo de vida que te alienta
a seguir perpetuando el infinito.
Pues la vida, segura en ti descansa,
y trasciende del tiempo y la distancia.
El coraje, mujer, de tu constancia,
es conquista preñada de esperanza.
Te bendigo mujer trabajadora,
incansable colega del esfuerzo;
por ti laten las rimas de mi verso,
como ofrenda de amor que te valora.
En tu patria o por tierras extranjeras,
solitaria o con hijos y familia,
es tu fe por la vida la que brilla
superando las penas traicioneras.
Al glorioso destino de tu ser,
sumó Dios la belleza que te adorna,
pues la gracia perfecta de la forma
culminó con crear a la Mujer.
Carlos Oyague Pásara -Perú-
Publicado en el libro Siempre iluminadas nunca olvidadas.
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