¿Pido perdón o no?
Si sólo fui una nube pasajera que no duró más
que los segundos de un minuto,
o quizás los que dura el tránsito
de la tarde hacia la noche.
¿Pido perdón o no?
Tal vez yo misma no me supe colocar
en el altar que merecía,
si mis motivos eran limpios, sin dudas ni deudas.
¿Por qué debo pedir perdón?
Él llegará de mi misma,
de mi libertad y de la dignidad
que siempre he sabido llevar.
¡Entonces, que sean otros
los que se arrodillen ante mí!
Ángela García Lencina -Cuba-
Publicado en el libro Siempre iluminadas nunca olvidadas
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