NOMBRO OTRA VEZ LOS NOMBRES
No olvides la plegaria en entredicho
evitar de la muerte su capricho
con un afán que caduca en la certeza
como flor al viento delicada
Sor Juana Inés de la Cruz
La existencia pasa, nuevas preguntas,
sustentan el corazón de trece criaturas.
TRECE ROSAS ROJAS podrán ser veneradas
con un amor escolar y la honorable reverencia
de quién fascina el espíritu, no es precisamente
Shakespeare quién compartió el convite con esa
actitud de noble emancipado y la quimera
de una infame historia.
La última estocada sobre la corona de Franco,
las diferencias entre el mundo- yo y el yo-mundo,
la indulgencia de Dios sobre lo que no puedo decir:
Ah!, y los sacrificios.
Cualquier pretexto tienen las arañas
para tejer versos.
No hay agua pasada, en el perfecto lugar donde
existe la pregunta. No hay hechicerías, ocultismo,
sólo vapor, de lo concreto a lo abstracto,
siglo a siglo.
Sólo rosas rojas y un solo Paraíso.
He meditado sobre el tema de la imposibilidad,
sobre la contagiosa matriz, sobre las leyes
y la justicia, sobre la inquietud de la respuesta.
Cenizo algo, dudo de lo que garrapateo,
de la perfección, aún soy incoherente.
Al poema le falta la mejor parte.
LAS TRECE ROSAS ROJAS nacen, vuelven a nacer.
Y sola voy con un verso entre las manos.
En la paz de una sola línea, cifro la utopía,
la mejor oración, y las anécdotas cuajadas
de mil lunas.
Nos queda el olor del instante,
la herencia de una canción nostálgica
y Las Trece Rosas crecen, vuelven a crecer
en el escape de las sombras, enérgico,
acendra la mirada. Fragmentos del pasado,
erigen el mito.
No podía ser ajena a cualquier realidad,
sin volver a los humos de la gloria.
La furia del almanaque no es ajena a mi recuerdo.
Giran las rutas ambiguas de mi ser,
sostengo la taza de té, el pan, y los suspiros
a las doce en punto de cualquier noche.
Los espectros nos eximen de la individualidad,
de la razón con esa racha ajena a cada paso
repitiendo la misma pregunta:
¿Por qué las rosas mueren?
Callo, alucino, con oliva en las sienes,
en todos los círculos de la Tierra.
Y los amigos muertos, muriéndose,
justo cuando es imposible ir al Paraíso.
No sé qué hacer con la pregunta.
Evado algo ruidoso para llegar al sueño, y ver,
otra vez, a las trece rosas Rojas
cercadas cual llamas encendidas.
Siempre con una sonrisa a cuestas, con deliciosas
ganas de suplantar los epitafios y las hormigas.
Como no hay luz, las sombras crecen
por lo lineal que nos rodea
La Espergesia no me alcanza.
Podría escribir el gran poema y decir:
Soy una mujer
que anuncia la precaria línea de su sombra, se
esfuma, y vuelve a compartir el pan de cada día.
Quizás, no supe comprender la igualdad infinita
de la noche, y haya muchas noches
espléndidas para morirse.
Nombro, nombro, otra vez los nombres:
LAS TRECE Rosas Rojas
Y soy el sol o la respuesta: el amor vivo en los
versos de este poema que no regatea su reflejo.
ODA A LA MUJER
Naciste en el edén entre floridos jardines
hito de partida del nacer de los humanos;
por el universo caminaste en reflexiones
para crear y entregar a la vida amores,
construyendo con desvelos y amaneceres.
Mujer creadora de generaciones en vidas
sembraste semillas para existir en siglos;
haciendo diversos caminos en horizontes
para conquistar todos los continentes,
cruzando mares y espacios en dominios.
Cuando el hambre llama a tus puertas
llenas de alimentos de tu alma a tus hijos.
Cuando la sed reina en los desiertos
creas los oasis amplios para las vidas,
señalando la eternidad en confines.
Las guerras sembraron dolor en tus venas,
sangre derramada mancharon los países,
para cultivar mucho odio entre tus hijos;
así crearon el infierno en profundidades,
dejando luto en el corazón de los hombres.
En el Perú cuelgan en cuadros muchas,
mujeres heroínas en capítulos de historias,
que dejaron estela de enseñanza a jóvenes,
con sus vidas defendiendo a sus hijos,
bicolor en mano guiaron triunfos patrios.
Quisiera hoy cincelar en rocas de los andes
los nombres universales de las mujeres
que en la vida marcaron nuestras almas;
y agradecimiento que crearon estos versos
pidiendo gloria eterna a nuestras madres.
Mujer sobreviste en los tiempos,
te consagraste Virgen Madre de Dios
Madre de razas, naciones y masas.
Eres mujer abuela, madre, hija, y esposa
que te guarde los dioses de todos.
FELICIDADES MUJERES DEL UNIVERSO.
Thais Margarita Ballenilla Rodríguez
Poeta cubana miembro de la UNEAC.
Publicado en el libro Siempre iluminadas nunca olvidadas
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