(Prosa sensual atrayente)
En el tálamo cubierto de sábanas azules, en una noche romántica de elíxires de copas rojizas, llenos de embriagantes efusiones y tu boca floreada de embeleso, más sabroso, más exquisito y más excitante; tu esbeltez iluminada con velas amarillas, tu prenda íntima, brillante de luminosidad azulina, abre el estímulo más atractivo y complaciente de sensualismo. Tu piel arde de ansias efusivas, de contacto voluptuoso, de llegar a la cúspide del orgasmo deleitoso, por tu atractiva ternura y dulzura de besos; los pechos crecidos de estimulación erótica; tu vientre plano tan suave: tus caderas y tus movimientos pélvicos, vibran ardientemente; lógicamente los muslos, tus piernas, tus pies, son levantadores de emociones agradables, es la noche deseada, de actuación navegante y de manos oscilantes y movedizos de placer.
Recorreré tu cuerpo rosáceo, atiborrado de plena fogosidad con ósculos tiernos, que los gemidos sean melodías amorosas de gran delicia y besando con suavidad la espalda, colmada de ternura, pasando amorosamente por los hermosos hoyuelos, especialmente por el “rombo de Michaelis”, donde el gozo es infinito.
Contigo y por amore, que nos conduce desenfrenadamente con pérdida de tiempo y espacio, solo el dichoso placer de la copulación en el nivel más apasionado, que fluye las ansias y eleva la libido en el potencial más seductivo y con la ilusión maravillosa de entregarnos, bajo el sexo recreativo de una noche pasional, donde se expande el cariño mutuo, luciente de sensualidad al ritmo de movimientos deleitantes de tanta dulcificación y con abrazos candentes de efusión.
Así llegamos exhaustos de júbilo en el albor amaneciente más emocionantes de la vida, el unirse completamente, entregados de cuerpo y espiritualidad, detona con alegría y éxtasis, relumbrante de afectividad.
¡Albricias!, ¡Albricias!, es el afecto, que nos lleva al altare de la comprensión, la tolerancia y el entendimiento, que gozamos responsablemente dentro del erotismo anhelado; con mucha pasión, devoción y entrega, lleno de sensualismo, siempre con los lineamientos de efusividad, respeto y alcance de erotismo por la unión de afecto bilateral, pero que dos corazones, al unísono de uno luminoso, resalta toda la magnitud afectuosa, que el límite de la fruición…, es el edén gozoso, que recorrimos juntos por el gran amore.
Julio César Portella Medina -Perú-
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