Basado en hechos reales.
En diciembre veinte de mil novecientos noventa nueve el viejo Edgar mi mejor amigo y sombra, inauguro su pequeña empresa “Electrónicas AWAD” en el norte de Bogotá en un barrio de nombre indígena llamado Lijaca en la calle 188 con 9ª.
El comienzo en un negocio es duro, no te conoce nadie y sin publicidad llamativa o innovadora es arduo, lo peor, lo más grave o favorable sin dinero, la mayor fortuna la humildad, la educación, lo único que estrenaba era una vitrina nueva que estaba en el local todavía con la envoltura del almacén fabricante, Edgar le pregunto a don Hermógenes el arrendador.
—De quien es el mostrador y él respondió de mi esposa doña Ninfa.
—¡La está vendiendo! —preciso don Hermógenes
El viejo Edgar era amigo de la señora y entre ellos se profesan una buena amistad.
Edgar preguntó
—¿Será que me la vende a crédito?
Don Hermógenes González sonrió levemente.
Él amigo le contesto a los pocos instantes
—Pues pregúntale, son los negocios de ella y yo no me meto en eso –Respondió el señor González.
Recorrieron el barrio a Edgar le gusto él lugar y cerraron negocio.
Edgar hablo con doña Ninfa
La señora amablemente acepto la propuesta.
La pagaría como pudiera con lo que llegara del trabajo sacaría dinero para pagar a cuotas cómodas.
Ella y su esposo confiaban de la honestidad y ética de Edgar y su familia, no tenían ninguna desconfianza, ni contrato suscribieron, todo fue pactado de palabra como buenos caballeros.
Al día siguiente arranco la empresa algo humilde.
No tenía dinero, pero su ingenio desbastador superaría las dificultades.
Compro hojas de papel en diferentes colores y cortando las letras armo el aviso donde ofrecía los varios servicios de ese menester.
Su ayudante era un Sancho Panza un pequeñín de solo cuatro años quien todos los días lo acompañaba y sin preguntar nada aprendía electrónica y obedecía sin protestar.
Sancho Pansa su sueldo diario era un paquete de papas fritas y una Coca-Cola bien fría con pitillo.
Los vecinos amigables, sobre todo Don Pedro el vecino de al lado con su ferretería y educada familia. Ellos dos buenos amigos compartían sus dichas y desventuras.
Todos los días sin falta de lunes a viernes escuchaban a RCN el programa de la mañana con Juan Gossain quien alegraba las mañanas y educaba a los buenos oyentes.
Juan Gossain quien fue amigo y compañero de trabajo del padre del viejo Edgar un famoso periodista Caribeño de Barranquilla llamado Fernando Antonio Awad Blanco.
Cierto día a mediados de abril, llego una anciana luciendo una bella cadena con un dije religioso especial de oro y lentes de carey transparentes redondos. Les trajeron un televisor defectuoso que el nieto lo cargaba apoyado en el hombro derecho y descargo en el mostrador delicadamente, para no romper los vidrios del bufete.
Don Edgar solicitó dos días para la revisión, doña Rosa María González acepto el plazo
Realizaron la factura de recibido con todos los datos, mientras Sancho Panza miraba feliz, por fin les llegaba un trabajo esa semana.
Ese día en la tarde entro el sol hasta a la mitad del local, calentando el ambiente e iluminando todos los rincones del establecimiento, era como el presagio de buena fortuna. No entendieron, pero olía muy a jazmín los dos se preguntaron de donde viene el perfume.
A los pocos días llego doña Rosa y autorizo el trabajo sin preguntar el precio, es más ni lo pregunto, ni pidió descuento, ni hablo de lamentos de no tener dinero.
El viejo Edgar prometió tenerlo listo en cuatro horas.
Ella muy puntual llego a buscar su electrodoméstico
Él viejo Edgar con su pequeño ayudante lo ensayaron, la señora contenta le dijo a su nieto llévalo a casa, el joven lo cargo en el hombro, al llegar a la esquina extrañamente se desapareció.
La señora a los dos les dio las gracias y con la voz más suave llena de piedad y en un tono tan bello les dijo “DIOS LOS BENDIGA”, “DIOS SE LOS PAGUE”, sus ojitos mostraban una enorme bondad y algo húmedos o con leves lágrimas.
El viejo Edgar sintió que un frío recorría su cuerpo, debía varios recibos de servicios por pagar, conteniendo su rabia se percató de la estafa, algo tan común en la capital, pero no olvidaba los ojos tiernos de la anciana y sus tenues y húmedos ojitos.
Pero como insultar a una dama de 80 años y nunca golpearla, y menos delante de su pequeño hijo, recordó mi mamá Carmen tiene su edad.
Sancho Pansa empuñó sus manos con rabia, miro a su padre, pero los dos entendieron que nada podían reclamar
—Dejemos en mano de Dios esto –dijo Edgar
Pensó esa plata se perdió, al otro día tomando tinto con un colega Efraín Cubaque le comento el suceso.
El amigo le consoló diciéndole pero al menos “TE BENDIJO”.
Aquellas palabras calaron el alma de Edgar, si esas frases valen mucho y más cuando te las dicen con sincero cariño. Por años guardo lo aprendido.
No es fácil entender que las palabas tienen poder
Jesús el hombre más grande de todos los tiempos y poderoso, su única arma fue La Palabra. Si él con el verbo predicaba, nunca lanzo una piedra, solo palabras de fe.
Paso el tiempo y para el 24 de diciembre del año 2000 la señora Rosa María invito al viejo Edgar a pasar navidad en la noche en casa de ella con toda su familia.
Sancho Panza preguntó:
—¿Papá que nos robara ahora?
—No hijo seriamos bien bobos si nos dejamos robar otra vez.
—Respondió el viejo Edgar
—Sancho nunca pierdas la confianza en la gente. —dijo el padre.
Asistieron…
Ellos desconfiados de la señora asistieron a la casa de la abuelita.
Ella contenta los recibió en su mansión era solo lujoso y todo hermoso, la dama estrenaba de pies a cabeza todo nuevo olía a rosas, no le faltaba su bella cadena con el brillante adorno que destacaba su belleza candorosa y sus redondos lentes: pero ella estaba sola, ellos preguntaron en coro.
—¡Y su familia, no vinieron!
Doña Rosa soltó una carcajada de felicidad ja, ja, ja, los invito al patio donde estaba su familia y el viejo Edgar y su hijo quedaron asombrados al apreciar el sitio un jardín hermoso lleno rosas, margaritas, girasoles y jazmines, avistaron allí todos los familiares de la abuelita eran numerosos y los mejores clientes de Electrónicas AWAD, los que mejor les pagaban y dejaban buenas propinas, ella la madre de don Hermógenes González, algo que desconocían Sancho y padre.
El viejo Edgar y su hijo aprendieron que la frase más bella y poética del mundo es “DIOS TE BENDIGA”, “QUE DIOS SE LO PAGUE”.
Siempre en mi oficina o negocio o consultorio espero ganar dinero del visitante y no veo cuando un ángel nos visita. Que no te pase nunca. Los ángeles si existen, hoy llama al abuelito y dile que lo amas que importa si no es tu familiar, pronto será un ángel.
Amigos “QUE DIOS TE BENDIGA”
Dedicado a mi amigo y abuelito Juan bautista Arias, Dios te cuidé en el El Hogar Otoño (que hoy amo más) en Yopal y a todos los abuelitos del Mundo.
Edgar de Jesús Awad Virviescas -Colombia-
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