Así es: La vida tiene sus arenas
movedizas y prestas al naufragio,
tanto como la perfidia del plagio
o la sanguaza por la sangre buena.
Sin culpable es que surge la gangrena,
Y en su base es que el timo encubre el agio.
Todo cabe en la red de un adagio,
Y la maldad tan sólo envenena…
¿A dónde va a morir un amor puro,
que de tan puro no llegó a nacer?
Si no detrás de las fauces de un muro
sí, en el corazón de una mujer:
porque es, al fin, el lugar más seguro
donde ejerzo el derecho de nacer.
Julio Carmona -Perú-
Publicado en el libro Siempre iluminadas nunca olvidadas
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