Marchitas las flores,
en tierras sin abono,
si no cuidas la rosa
de tristeza fallece,
sus pétalos rojos
de cenizas negras
se tiñen.
Esa rosa de invierno
floreció durante meses,
mas su huertano,
ése que dijo que la amó,
sus raíces cortó
con aguas manchadas
de dolor.
Y esa rosa ababol,
encallada en su verano,
ya nunca más floreció,
y en un inmenso infinito
quiso volar y quedarse muda,
ciega de sentimientos,
amputada por sus sentidos,
sentada en la luna y cobijada
por amigas estrellas,
fieles luceros celestes
que le prodigan palabras
de amor.
Consuelo necesita la rosa,
perfumada de aroma de sangre,
triste mira al mar y su distancia,
¡tan lejos estaba su amor!,
un amor que no era fuego
ni constancia,
un amor lejano, muy lejano,
que la engañó.
Herida, se arrastra la savia,
rubíes por toda la tierra,
de lágrimas enardecidas,
de lluvia de ojos sedientos,
pestañas que no sienten el viento
cálido de sus palabras.
MILAGROS RUBIO MAS
DEL CUADERNO CELESTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario