Ella ve como él cuelga su nariz del gancho. Y, acaso tan normal, su cuerpo se va sin despedirse. Ella no dilucida si la nariz de él lo lamenta o no lo lamenta. Aunque pareciera que, por lo pronto, suspira.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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