lunes, 11 de mayo de 2020
ELLA LO MUERDE A ÉL
Ella le pide a él que no la bese en el cuello a menos que estén en medio del acto sexual. Que no la bese en el cuello pretendiendo iniciar el rito del sexo, pretendiendo encender el deseo. Ella ya se lo ha pedido antes. Se lo ha pedido por favor y vuelto a pedir.
Y ahora está ocurriendo y ella no logra creer que ocurre. Ella se contiene. Le significa un gran esfuerzo no apartarlo. No golpearlo por la tensión misma que le genera el beso en el cuello. Por olvidar lo que le ha pedido. No golpearlo porque no la ha creído. O porque no le importa que instintivamente ella no pueda soportarlo. Ella se repite que lo ama. Se llena de paciencia. Y vuelve a explicárselo hasta donde es capaz. Entonces él sonríe y vuelve a besarla en el cuello. Ella lo muerde en lo que él por un segundo piensa es una respuesta amorosa. De inmediato comprueba que es una mordida feroz, colérica, que cercena. La de una dentadura que aferra. Desesperada que aferra. Rabiosamente ofendida que aferra.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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