martes, 21 de abril de 2020

UNA MONEDA


        Encontré una moneda en el bolsillo, sólo una moneda. Con ella no me alcanzaba para comprar ni siquiera un bollo de pan. Otra mañana más en ayunas. Otro día más tendiendo la mano a los paseantes para recibir unas monedas o un trozo de pan o una fruta.
Hace unos años tenía un trabajo, una casa, un coche, una moto. Era un hombre feliz.
Sin embargo la empresa quebró y me quedé sin trabajo. A partir de ese momento empezó mi particular calvario.
Mal vendí la moto y el coche para hacer frente a la hipoteca de la casa pero al final fui desahuciado por el banco y me vi en la calle.
Encontré una pensión pero cuando se agotaron los ahorros me vi durmiendo en un soportal.
El calor, el frío, la lluvia, fueron castigando mi cuerpo que en un año quedé en los huesos.
Comer cada día no era nada fácil. Pero asearme lo era aún más. Había días que me lavaba en el lavabo del servicio de un bar.
Los municipales unas veces, la policía otras me obligaban a cambiar de sitio. A veces dormía a la intemperie. Cualquier día no me levantaría. El frío me habría vencido.
Me desperté sintiendo un fuerte calor. ¿Dónde estaba? Aquello no era la calle. Paredes blancas y un silencio profundo. No tardé en enterarme que estaba en un hospital. Al parecer me encontraron desmayado en la calle la pasada noche. Alguien llamó a una ambulancia y me trajeron al hospital. Parece que fue un amago de infarto. Mi corazón empezaba a sufrir las consecuencias de mi mala vida. ¿Hasta cuándo aguantaría?

JOSÉ LUIS RUBIO

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