sábado, 18 de abril de 2020

CRISTAL


Desnacido a mi llegar, hay un tiempo fosforescente de lugar poético hirviendo de cientos de ojos y manos de niñas recién nacidas, que siguen sangrando sus nombres mientras se queman. Mi voz escapa por donde tuve el corazón, como laúd que salmodia una alegría ajena, antorcha de famas olvidadas mojadas por la desidia. Una emoción ambidiestra camina sobre mi cuerpo como cuervo apuñalado chorreando espejos, en los cuales una faceta distinta de mi muerte se regodea y lo aclama. Verdea, moradea, iridiscea, cenicea, negrea y blanquea el sol de media tarde en las palomas, ESAS que caminan sobre lo que seré, niño-azar condenado a no conocerse. La luna canosa escupe rayos arrugados sobre lo que fui. Un sol estropeado melodía sus vicios, sus cabellos rotos, sus caricias equivocadas sobre lo que soy. Se abre la noche como pus iluminado para salvarme de lo que voy a ser. Soy emigrante a mí, retornante a ti, yo plural, alma consonante, cuerpo vocal. Me diluyo en la fea alegría de recomponerme (en mi hombría arde tu saliva como recordatorio de los orgasmos que nos desquitamos). Soy algo más que salir. Le tomo el pulso al peso de mis palabras. Ordeño mi tristeza (¿Hay tristeza en la tristeza?). Un gesto púbico me llama y recuerda que no soy algo menos que entrar. Una mirada coja me incita a pecar; como si ya no hubiéramos pecado bastante. Vivo en la cara de una muerta que deletrea mi sabor a pino como una púber que gestiona su placer con un violín. (Tu boca secuestra mi esperma y pide otro espasmo como rescate). En un blanco silencio un ruido negro hace el amor con el olvido rosado. Y el reparador de vértigos mira sin poderlo evitar. La muerta de su volver le pone trabas a mi pasado, pero aún así lo mira partir. Su voz cuajada de rubíes tiene la forma de un pájaro saliendo de su muerte. Yo vuelvo a no nacer. ¿Pecamos?

Victor Diaz Goris -República Dominicana-

No hay comentarios:

Publicar un comentario