miércoles, 25 de marzo de 2020
TÚ Y YO... Y LOS ESPEJOS
Estoy parada bajo la sombra azul que proyecta tu cuerpo,
detrás de las palabras, cuatro rosas mojadas me entretienen,
cuatro claveles rojos me perfuman,
cuatro dedos de fuego me estremecen.
Tu boca de rocío bebe de mis silencios,
tu piel me roza con su ardor de nieve;
entre tus brazos tibios se desliza mi vida y me ardes adentro.
Una luna de invierno besa las puntas de mis pechos
y es tu beso mojado que recuerdo.
Tu mano abre la flor cerrada que te ofrezco
y mil pájaros ciegos picotean mi intimidad despierta;
por tus muslos oscuros se deslizan los cantos de sirenas,
por tu boca, las mieles se deslizan.
Bebo el vino dorado de tu virilidad y así te sueño,
un mar de vidrio es tu recuerdo, naves de miles de horizontes
repiten cada viaje que hacemos y nos llevan muy lejos.
Sobre tu vientre de fauno satisfecho,
lloran mis carnes su frescor sin tiempo,
sobre mi vientre azul y sudoroso,
lloran las copas de tu ser su esencia.
Tú dibujas espacios entre mis dunas, en mis valles duermes.
¡Hasta mañana, dueño mío!
Un cielo de pasión espera que lleguemos.
María Itza
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