viernes, 27 de marzo de 2020
MI CARTA A LA VIDA
Vida
me has regalado mis veranos
mis inviernos
mis otoños y mi eterna primavera.
En mis veranos he explotado en mis pasiones
exprimiendo sin cordura tu fuego clamoroso.
En mis inviernos me he arropado de los fríos
los que penetran en el alma y la congelan.
En mis otoños he convivido con los llantos
las nostalgias
la cercanía del invierno que me agrieta.
En primavera las burbujas del inicio
han despertado aventuras despeinadas.
Has permitido que mi emblema de existencia
tenga este sello florecido de alegría.
Tú me acercaste a lo profundo del averno
me calcinaste en la hoguera del infierno
hasta que un día
tan piadosa como eres
me remitiste hasta la cumbre de lo inmenso.
Me has ilustrado que el camino está cubierto
de infinitud de obstáculos villanos
que hay siempre un tiempo para andar sin argumento
sólo existir entre las nubes de los sueños.
Has descifrado los inviernos necesarios
para hibernar en mi cuerpo y en mi alma.
He meditado en soledad en este trance
con pies ligeros me he escapado de la parca
y cada vez que me la encuentro entre las sábanas
yo la despisto con las ganas de quedarme.
Y le sonrío con mis perlas alineadas
le lanzo un beso engarzado de certeza
y la devuelvo a su casa solitaria.
¡Cuántos otoños revelados en mi mente!
Cuánta paciencia he practicado entre sus hojas
vuelo de pájaros cobrizos que denotan
que todo empieza y termina en cada pórtico.
He transitado por las veredas del silencio
entre las penas peregrinas que se anidan
en cada rama que desnuda se descubre
con la presencia de la ausencia y la tristeza.
Otoño vivo desvestido de esperanzas
te duele el viento que te roba tus hazañas.
Una por una va quitando tus ofrendas
y te despoja de vistosas experiencias.
Yo te bendigo por cuidarme Vida Mía.
Por deletrearme en mis momentos de apatía
una canción de primavera perdurada
que me convierte en aroma de lavanda
y me convida a sonreír en cada instancia.
Yo sé que tú
eres mi amante permanente
que estarás viva entre mis sombras
entre mis mieles
entre mis goces
hasta ese día que no puedas evitarlo
y veas la luz que se acerque a reclutarme.
¡Vida Maestra!
¡Vida piadosa!
Tienes la magia de ofrecerme en cada hora
una enseñanza que me vuelve un Ave Fénix
en los momentos que la angustia se reporta.
Tú me has llevado por el camino de la impronta
me has dado audacia para subir a la montaña
me has construido una estrella que me ingresa
en ese mundo donde habita la alborada.
Beatriz Ojeda
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