lunes, 6 de enero de 2020
LA PARÁBOLA DEL SILENCIO
El tiempo…
Fábula enjaulada en la eternidad del segundo, cristal consumiendo a la piel en la inmortalidad del alma.
Un año más se despide…
Su toga evaporada nos recuerda cuál es el valor de lo importante.
Esa luna que miraste y sostuvo delirante labios que besaron al marfil de su escultura.
La llovizna que absorbió a tu llanto y el dolor que acosaba se deshizo entre el verso de su bruma.
Aquellas manos que no dieron la espalda cuando tus dedos temblaban y sus ojos te entregaron al vuelo de la luciérnaga.
Los hipócritas y escurridizos no están en la lista de los deseos quedaron tallados en la bóveda de lo aprendido, entonces... ¡Valieron lo que costaron! Nos enseñaron con sus acciones la larga tira que venda a una boca en el libre albedrío que la despega del pensamiento.
¡Hubo tanto!
¿Qué decir del agradecimiento esa virtud que es fulgor de vida?
El halo no está en poseer lo que fenece sino en abrazar contemplativos la vulnerable fascinación que nos descubre latiendo frente al espejo.
Otro año…
Senderos nuevos esculpen planetas de sangre, la infinitud del sentir está inscrita en la Parábola del Silencio metáfora que nos quiere desnudos de miedos y despiertos, conscientes de que cuánticos somos en la esfera del universo y al desperdiciar tan solo un instante miles de estrellas se nos mueren por dentro.
¡Qué el reloj nos halle erguidos!
¡Qué ningún sueño sea pequeño!
Bordemos firmamentos, océanos de éter, crisálidas que nos colmen de girasoles, multiplicadas vasijas anhelando
la revelación del sí mismo.
De fénix el lienzo por crear, libro de hojas en blanco.
HAIKU
Gime el tiempo
sus lágrimas nos miran
viendo al reloj
Scarlet Cabrera
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