Tú, mi amigo,
Tú y yo
entre la oscura multitud
sin que nos vean.
Solos,
en este blanco escalón
para que todos rechacen
mi negrura.
Tú, mi amigo,
tan blanco y espumoso,
¡Ladra mi nombre!
Ayúdame
a extender mi mano
tan blanca del revés,
para que algún dios
nos regale una moneda.
Del libro Los indicios de
Haidé Daiban -Argentina-
Publicado en suplemento de Realidades y ficciones 84
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