Cuando te leí, me estremecí,
me imaginé el olor de cuerpo
y suspiré.
Escuché tu voz, me deleité,
pensándome entre tus letras
dancé, sonreí, libremente
mis deseos en tus dedos
deje fluir.
Ahora estoy aquí, sola, sin ti,
con tan solo el exquisito
sabor de saliva en mis labios,
en mi cuello, en cada rincón
de mi cuerpo explorado por ti.
Me queme en el fuego de tus
letras, y morí, ahora voy por fin
resucitando, al inhalar en mi piel,
esa tu esencia tan única, tan
salvaje, tan particular y tierna
a la vez.
Quiera el tiempo que un día,
o una noche, vengas a mi, a
desbocar tus anhelos y mi infierno logres una vez más encender.
Alejandra Rentería -México-
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