Al soltar las amarras de aquel puerto,
fui a navegar a los confines del mar,
sin más ataduras me puse a soñar,
mirando la estrella del firmamento.
Que al sentir el paso del suave viento,
a los luceros quise en sueños hilar,
con todos ellos fui tejiendo un collar,
dentro de mí, me hice un juramento.
en aquel atardecer, en altamar,
solamente a ti, entregaré mi soñar,
junto al dulce canto del ave pasar,
y terminando de tejer tu collar,
de luceros, perlas, te lo he de dejar,
y cuando tú abras tus ojos hermosos,
tú y yo, de amor, estaremos ansiosos.
Jesús I. Páez -Venezuela-
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