Y te miro, una y mil veces,
recorro cada espacio
de tu cara con amor,
con ternura, con deseo.
Y vuelvo a centrarme
en tus ojos cafés,
en su profundidad
y en mi reflejo en ellos.
Y baja mi vista
hasta tu boca,
suave y tierna,
sensual y húmeda.
Despierta en mí el deseo
de besarla lentamente,
como si fuera etérea,
de aire, de humo.
Acaricio tu nariz perfecta,
tus mejillas arreboladas y tersas,
donde miles de besos esperan
ser entregados en ellas.
Recorro tu rostro
con dedos trémulos,
óvalo enmarcado
en mis manos y besos.
Suspiros callados
gritan tu nombre,
y me sonríes
con un te amo
desde tu fotografía,
en mis recuerdos...
Monica Mondragón-Rodríguez
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