lunes, 8 de julio de 2019
LA VISIONARIA
Silencio en la casa: están todos dormidos.
Sólo alguien mira la nieve amontonarse,
contemplando las nubes, temiendo que las brisas
agiten los cúmulos de nieve y los gimientes árboles.
Alegre es el hogar, suave el suelo alfombrado.
No hay puerta o ventana por donde entre el viento.
Llega clara a lo lejos la luz de la candela,
estrella que yo coloqué para guiar al viajero.
Frunce el ceño, mi altivo señor; repréndeme, mi señora airada.
Haced que me espíen vuestros siervos; amenazadme con la vergüenza.
Mas ni señor ni señora, ni suplicante siervo sabrán
qué ángel por la noche atraviesa este yermo de nieve.
Visitante del aire, así vendrá mi amor;
con secreto poder, a salvo de las acechantes trampas del hombre.
No habrá palabra mía que traicione al amado
aunque deba pagar mi vida por esta limpia fe.
Arde, pues, lamparita; clara y pura centellea.
¡Silencio!: un ala susurrante agita el viento:
es el esperado que ya viene hacia mí.
¡Extraño poder! En tu fuerza confío; confía tú en mi constancia.
RAFAEL SIMARRO SÁNCHEZ -Ciudad Real-
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