sábado, 27 de julio de 2019
LA TELE-MASCOTA
Risto.-¡Queremos apadrinar a un niño!"
Esa era la frase que cada viernes repetían en la Asamblea l@s usuari@s del CRIS-Centro de día en el que soy Terapeuta Ocupacional.
-Eso exige una gran responsabilidad y compromiso. Cuidar de algún ser vivo, animal, planta o persona es algo que debe pensarse bien y no ser tomado a la ligera. - Respondía yo una semana tras otra mientras pensaba en algo intermedio que nos sirviera de prueba y entrenamiento en la generosidad.
Por entonces colaboraba, gracias al mágico influjo de Juan Rincón, con una pequeña aportación económica a una protectora de animales de su ciudad. Pedían ayuda urgente y se me ocurrió apadrinar de manera simbólica a un perro; el dinero iría destinado a la protectora en general, pero mis chic@s son de concreciones y la mejor idea fue elegir a Risto como destinatario de la generosidad de nuestro centro, a muchos kilómetros de distancia, para que no pudieran encariñarse con él...son de demasiado querer a demasiados animales, ya me entendéis.
Risto era nuestro perro ideal, como ell@s, un poco loco y bastante cascarrabias, pendenciero y adorable. Juan nos contaba cómo estaba y nos enviaba fotos y vídeos regularmente. En el centro esperaban ansiosamente las novedades y a veces tenía que presionar a Juan para que me enviara material si se inquietaban por la ausencia.
Estuvimos mucho tiempo, tal vez un par de años, apadrinando a Risto, cada viernes su hucha pasaba de mano en mano y dejaba cada cual lo que podía, aún conservo varios kilos de monedas de 1 y 2 ct de las que rogaba que no echaran. Mensualmente hacía una trasferencia, unas veces más generosa que otras; l@s trabajador@s del centro también estaban en el ajo.
Nuestro sueño era que le apadrinara una familia, que un día Juan nos dijera que estaba ya en un hogar donde lo querían mucho. Eso fue lo que les dije el día que Risto murió tras una pelea con otro perro, a veces es mejor ser de generalidades. La hucha pasó por última vez de mano en mano, esta vez más generosa que nunca, para hacerle a Risto un último regalo de despedida y agradecimiento para la protectora. Realmente ese dinero lo traspasamos a la clínica veterinaria que le había tratado de ayudar en su agonía.
Durante un tiempo me preguntaban por Risto, poco a poco les dejó de interesar su vida tranquila y feliz. Para eso les ayudó mucho la noticia de que habíamos encontrado una ONG que nos invitaba a apadrinar a dos niños en Honduras, Jaquelin y Bismark empezaron a ser nuestros niños. Nos envían fotos y vídeos, cartas de en Navidad. Nos dan las gracias por nuestra generosidad y presumen de sacar muy buenas notas. Ahora sí estamos preparados. Hay tantos seres vivos que ayudar...
VIRTU LÓPEZ
Compartido por Juan L. Rincón Ares
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