En la majestuosidad del silencio he comprendido lo abrupto,
he hecho trizas las cenizas que de asir el polvo hundían,
he dolido como un parto o una parte de la muerte,
he saciado mi indecencia por deshojar sus margaritas.
Tiritando en la pesadumbre se quebraron los espejos,
de saber que la vida del pobre tiene vistas de reojo,
de soslayo el agua mansa mancha, moja pero no sacia.
Así me expliquen; ¿yo que iba a saber de amar con calma?
TANIA MATÍAS
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