Un inmenso lucero
cruzó la noche y cayó
en la fría ciudad.
En la playa seca y vacía
sueño a la merced del viento
y del frío.
Una vez he sido sirena
despreocupada y dulce
paseando por los océanos
en donde bosques de peces bravíos
crecían como secretos
como imágenes que permanecerían
invisibles con su hermosura
y esplendor.
Ahora nada más soy
que el sueño de alguien,
un duende de agua y de palabras
entre el mar y el miedo,
luces y sombras y
algunos rayos de luna
sin destino propio.
Teresinka Pereira
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