martes, 28 de mayo de 2019
LLORA EL NIÑO Y SU MADRE
Tú
imperialista ignominioso
te has condenado al más atroz de los destinos.
Tienes tus manos llenas de sangre
de inocentes ojazos
sorprendidos
antes de ver la lluvia de la muerte
destrozar sus latidos.
Se desgaja tu frente
se calcina tu alma
en esta guerra impropia
gestada en tu avaricia con carta de soberbio.
Y tus manos huesudas
como la misma parca
recorren todo el mundo
en busca de tesoros que no te corresponden.
Llora el niño y su madre
abrazados
sin nombre
porque tú no lo sabes ni te afecta saberlo
que son ellos humanos
inocentes de todo.
Qué te importa el camino
que recorran tus tropas
tus misiles cargados son emblema de apegos
por el oro divino negro oro que hurtas
porque portas la antorcha
de artimañas ladinas.
Pero el tiempo se acaba desdichado falsario
todo vuelve a su origen
todo tiene retorno
y serán mil millones de fantasmas grisáceos
que te horaden los ojos
con cuchillas mefíticas
Tú te sientes grandioso
soberano
implacable
y te frotas las manos por tu triunfo inhumano.
Se desgarra mi pecho
del dolor que me invade
porque sigues entrando en la casa del otro
sin que nadie cercene
tus impulsos ególatras.
Y me llueven los ojos con millares de lágrimas
cuando siento en mi alma
el sufrir que tú causas con tus viles metrallas.
Hay un niño en mi puerta
que me mira sin ojos
porque ya se ha perdido
hasta el último asombro.
BEATRIZ OJEDA
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