lunes, 22 de abril de 2019
TÚ, SÓLO ESPÉRAME, AMOR.
Eres tan bella, que la esmeralda del mar se enturbia de lujuria
cuando recorre sin pudor y gozo tu cuerpo hermoso y desnudo
y la herejía de sus olas, que besan tus partes ocultas en su loca gloria.
Escúchame amor, voy a ir a buscarte, ya no resisto más tu ausencia
extrañar tu cuerpo y piel es poco, mi cuerpo me exige tu presencia.
Tú, sólo desnúdate y espérame. No tardaré en llegar.
Tengo el pensamiento lacerado de tanto extrañarte y desearte
entre estériles y apasionados murmullos y rumores, llamándote.
Porque tu sombra se hace luz en mis ojos mustios, y son mi tormento
y allí entonces, te abrazaré hasta que te duela, bebiendo de tu aliento.
Te prodigaré las caricias más locas y lujuriosas con mi lengua y mi boca
que te arrancarán desde la mariposa de tu vientre, suspiros y gemidos
y que serán la música celestial jamás escuchada en mis oídos…
Voy a morderte toda, hasta el límite preciso de una caricia,
entre la alegría de la carne, hasta que desfallezcas y casi mueras
de la pasión que guardas, en tus pechos de pétalos de rosas.
Mientras, voy a atraparte sobre mi vientre y entre mis brazos
y allí vas a sentir el calor, el aroma y el sabor de nuestra pasión
cuando mi boca busque y beba de la tuya las savias placenteras
y así, piel a piel, romperemos todas las quimeras de las esperas
en el regocijo del sexo, de nuestros cuerpos y de tu amor.
Voy a caer rendido de lujuria en los pétalos del barranco de tus pechos
hasta los profundos y azules abismos de la pasión, la dicha y tu candor
y así quiero, mi amor, que me ames con la carne y hasta con los huesos.
Porqué quiero que sientas tu vientre estremecido de gozo y de alegría
y el amor sea tempestad, viento y pienses y al fin sientas, que serás mía
perdidos en los dulces espacios sin tiempo de este consentido amor.
Voy a amarte con impúdica herejía y poseerte seguido, sin respirar,
entre un apasionado fluir de roces, pieles, besos y aromas
hasta perderme en el abrazo amoroso y tibio de tus piernas
y luego nos detendremos en el límite justo del éxtasis final.
Y allí entonces, comenzaremos otra vez, lo que no debe terminar nunca
volver a amarnos viviendo en la lujuria, como locos de deseos y pasión
alucinados, como si éste fuera el último momento de nuestras vidas.
Ahora voy hacia ti, vida mía.
Espérame amor, enciende el fuego, y desnuda todos tus fuegos.
y sírveme el vino que a mí me gusta.
Ábreme amor, estoy aquí, tocando a tu puerta.
¿Sabes?, me están matando tus recuerdos.
Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-
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