martes, 23 de abril de 2019

EN UN CAMPOSANTO PERDIDO


Me duelen los besos que ya no me das,
los silencios en los que pierdo tu aroma,
el espacio vacío que dejó tu mirada,

me duelen las rosas que no te puedo dar,
y quedan marchitándose en una espera eterna,
en la que ni siguiera las espinas del tallo muerden,

me duelen las cosas que ya no te digo,
como aquellas que te susurraba tras la puerta,
y se me quedan en un nudo que me retuerce el alma,

me duelen las caricias que ya no tengo,
se ha arrugado mi piel en la antesala del olvido,
y ya no siente el rubor en la cercanía de tu mano,

me duelen las mañanas que no me despiertas,
tras las noches de limbos eternos al acecho
de un insomne recuerdo donde la luna calla,

me duele la presencia de jardines y colores,
cuando el momento es frío y negro y aciago,
ese momento en un camposanto perdido,

me duele la sonrisa viva que definía tus labios,
al confesarte el ardor de mis entrañas en ti,
cada vez que perdía la virginidad de mi alma,

me duele tu recuerdo,
me duele tu recuerdo,
¡me duele tu recuerdo!

... y sorbo la vida en tragos de inconsciencia y ron.

Ángel Luis Alonso

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