viernes, 26 de abril de 2019
ASONANCIAS DE LA VEJEZ
Me asusté cuando, al mirarme al espejo, mi cara sonó a viejo. Fue una mezcla de sonidos que tenían color, sabor y textura. Parpadeé ante el retumbo de mi frente cada vez con menos cabellos. Entristecí al ver el eco de mis ojos, de los que solo ha rejuvenecido el familiar asombro de mi tristeza. Toleré el pasmo de escuchar la melodía de mis cejas, temblé al oír la rugosa canción de mis canas, y me deprimí cuando bebí el color carne de mi boca, la cual tiene en los bordes nuevas arrugas que delatan mi angustia. Sufrí el enmarañado fulgor de mi barba, sostuve con disimulada inseguridad el decaído y entrecano sonido de mi cuerpo desnudo, donde mi juventud murió y apenas si me di cuenta. Ahora cuando me veo al espejo salen los chirridos de un cuerpo y rostro que tal vez envejecen más de prisa afuera que dentro del espejo. Son los murmullos de la vejez…
VÍCTOR DÍAZ GORIS -República Dominicana-
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