A mí me quema el fuego,
Llama, de tu mirada siempre fija,
y para ti es un juego,
romper esta vasija.
Corazón, que te quiere, y te cobija.
Tus besos mi condena,
y tus ojos, la puerta de mi infierno,
te busco siempre nena,
pues en el frío invierno,
también en el momento obscuro y tierno.
Vaya la golondrina ,
pues de tanto volar, ya se ha cansado
ahora mucho afina,
reclama lo entregado,
y de un tiempo que sea evaporado.
Carlos Puchelar
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