Me acostumbraste a tus besos,
a tus caricias, a tu abrazo tibio,
a esa ternura con que me acariciabas
el cabello, la mejilla.
Me acostumbraste a tu voz,
a tu sonrisa, a tu mirada
que sabía leer mi alma,
mis pensamientos.
Me acostumbraste a tu presencia,
al sabor de tu piel, al efecto que
tus manos despertaban en mis sentidos.
Me acostumbraste a tenerte a mi lado,
a verte a cada momento, a saber que
podría contar contigo en mi vida.
Y mírame aquí deseando tenerte a mi lado,
saboreando tus labios, viviendo
nuestros momentos, viviendo en ti.
Y aquí estoy esperando por ti,
y por lo menos, por un momento
verme en tus ojos bellos...
Monna M. Cortez
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